En muchas manifestaciones reivindicativas de hace años, me preguntaba dónde estarían los jóvenes, mayoritariamente ausentes. Ahora, en relación con el 15M, mi pregunta es la contraria: "dónde están los mayores".
He pasado la mañana, y parte de la tarde, de hoy en el Parque Sur, donde la Asamblea de Arganzuela ha recibido a la Marcha de Indignados procedente del Sur de España. Allí han preparado la caminata de esta tarde y la de mañana (ver cartel adjunto) desde Atocha a Sol.
En medio del clima de entusiasmo y alegría de los asistentes, mis sentimientos eran contradictorios: constatando la capacidad organizativa y la generosidad de la juventud, que había preparado tan cuidadosamente la recepción de los caminantes, me alegraba con ellos; pero al mismo tiempo me entristecía mi soledad. Me sentía solo porque éramos aproximadamente 3001: unos tres mil jóvenes y yo. probablemente había una docena de personas que rondaran los 50, pero no más. Me sentía mal, como asistiendo a una fiesta que no era para mí.
Y me preocupa la situación, porque me temo que un cambio tan necesario como el que denuncia el 15M no lo pueden lograr los jóvenes solos (y, además, no están todos). No hay tanta gente implicada como parece. Por eso no podía quitarme de la cabeza una estrofa de "De Purísima y Oro" (esa canción donde Sabina describe la España del 3er. año triunfal): "Habían pasado ya los nacionales, / habían rapado a la "señá" Cibeles, / volvían a sus cuidados / las personas formales..." . Solo, frente a la mayoría de las personas de mi edad, me asalta la duda: ¿No tendrán ellos razón? ¿Será preferible dedicarse al propio negocio, ganar mucho dinero, acumular muchas propiedades...? Menos mal que mi admirado José L. Sampedro lo deja bien claro en su explicación sobre las Marchas Populares de Indignados.
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