21/6/10

Saramago

Ha muerto el maestro José Saramago, el hombre bueno, el sabio campesino, el defensor incansable de los Derechos Humanos. El referente ético, en esta sociedad de náufragos, que escribía "para desasosegar" porque no le gustaba el mundo en que vivía. El hombre que supo decir "NO" (a la pobreza, a la injusticia, a la crueldad), que nos previno contra esta epidemia de ceguera, mediante un mensaje que tanto disgusta al Vaticano. "Un héroe del siglo XXI", como ha llamado su esposa al amante de la vida y de la fraternidad, que soñó con un mundo en el que los fuertes eran justos y los justos eran fuertes.
Podemos verlo en la biblioteca de Lisboa, hace unos 4 años, acompañando la canción "Grándola".
"En esta época de conmemoraciones, planteo que, cuando descubrimos al otro, en ese mismo instante nos descubrimos a nosotros mismos, unas veces en lo mejor y otras en lo peor, cuando intentamos dominarlo. Si llegamos a una relación con el otro en que la condición principal sea respetar sus diferencias y no tratar de aplastarlas para hacerlo como uno, entonces aparecerá en nosotros lo positivo. Todos tienen derecho a un lugar en la Tierra, no hay motivo para que yo, por el hecho de ser blanco, católico, rubio, indio, negro, amarillo, sea superior. No podemos darnos el lujo de ignorar que el respeto humano es la primera condición de 'convivialidad'".
"Digo que la esencia humana es un intermedio entre la nada. (...) Porque lo que había antes es la nada, después, también es la nada", dijo en una entrevista, hace 8 años; pero ¡qué bien supo llenar ese intermedio!
Mucho se ha escrito estos días sobre su  vida y obra. Me sumo a las palabras del Presidente del Gobierno: "Tu abuelo, nos contaste, intuyendo el final de su existencia en la Tierra, fue diciendo adiós a los amigos, a su familia, a la naturaleza, porque quería estar lúcido y presente cuando la muerte llegara. Por eso, se abrazaba a los árboles que guardaban las páginas escritas de su vida. (...) Tú, que has sido también todos los nombres, no terminas aquí. 2010 es ya, para siempre, el año de la muerte de José Saramago, pero tus libros forman un maravilloso bosque de dignidad. Y yo me abrazo al árbol para mantener tu memoria."
¡Descanse en paz el maestro de la Literatura y, sobre todo, de la Ética!

2 comentarios:

Cristóbal Gómez Mayorga dijo...

He disfrutado muchos libros del maestro. Me ha enseñado más sobre enducación que muchos tratados de pedagogía. Por ejemplo, en Todos los nombres me descubrió la importancia de la identidad. En el pasaje en el que Don José está en cementerio leyendo los nombres de las lápidas imagina que es una biblioteca y detrás de todo nombre, detrás de cada lápida, hay toda una vida, toda una novela, toda una historia original y única. Desde entonces, en mi aula, detrás de cada alumno veo una apasionante historia que me afano en descubrir. Mil gracias maestro.
Ahora estoy disfrutando de El hombre diplicado, y me recisto a terminarla para que el disfrute me dure infinítamente.
Un abrazo.
Cristóbal Gómez Mayorga

Ramón Lara dijo...

Qué razón tienes, Cristóbal. No sólo en lo referente a Saramago, sino también en cuanto al otro maestro, que también lo es mío en parte, Miguel A. Santos Guerra. Ya ves que he entrado en tu blog, de nuevo.
Me gusta mucho que alguien reconozca a sus maestros y, leyendo tu texto sobre M. Ángel, me explico algunas dudas sobre mi trayectoria profesional.
Yo creo que fui un "buen maestro" (no me hace falta abuela, como ves); pero ¿cómo podía serlo entre los 18 y 23 años (por ejemplo, cuando recibí a aquellos 56 niños de 1º y los puse en 6º de primaria en 5 años) a pesar de la ignorancia e inexperiencia que me caracterizaban? Quizá por eso que dices de que los niños y niñas no oyen el discurso, sólo perciben el tono, los sentimientos, lo que somos, el aprecio que les tenemos.
Gracias, Cristóbal, por formar parte de esa comunidad de los que educan hasta sin darse cuenta.
Un abrazo, Ramón