
Después de casi cuatro años de preparación, el fin de semana del 15 y 16 de octubre realizamos el viaje a
mi pueblo. Resulta que, durante la fiesta de jubilación con la que me sorprendieron mis hijas, se conocieron un grupo de amigos madrileños y otro de rodenses, surgiendo una corriente de simpatía entre ambos.
Como viajaríamos ocho personas, decidimos alquilar una furgoneta para poder ir todos en el mismo vehículo. Una decisión muy acertada, que contribuyó al éxito del viaje, aunque no cantamos aquello de "
para ser conductor de primera...".
En este
enlace se puede leer una interesante crónica escrita por Alfonso, uno de los asistentes.

Disfrutamos también visitando algunos pueblos cercanos, especialmente Tarazona y Alcalá del Júcar. En la foto de la derecha, el grupo (a falta de la fotógrafa) junto al río Júcar. En la de la izquierda, estamos visitando
los terreros (las minas de tierra blanca). No es un paisaje nevado, aunque lo parezca.

Visitamos, además, el taller de alfarería
Cebrián, las bodegas
Ortega (las más antiguas del pueblo), la Cooperativa Agrícola, el proyecto de Museo Cervantino (donde Gabriel ha acumulado ya varios miles de ediciones de
El Quijote), el
sábado (mercadillo semanal) y todos los monumentos arquitectónicos locales, que no son pocos.
Mención especial merecen los restaurantes (Figón de la Casa de la Condesa, Los Morunos...), donde probamos las especialidades locales: atascaburras, gachas, gazpachos (sorpresa incluida de alguien que esperaba "algo fresquito")... También acertamos con el alojamiento,
Villa Manolita, donde Eduardo y Pedro nos atendieron con la profesionalidad y calidad humana que les caracterizan.
Carmen Aranda, Pilar Sahuquillo, Antonio Monsalve..., que nos acompañaron a ratos, han quedado incorporados a ese grupo de amigos interregional. Estaba previsto que
Alfonso Ruiz nos enseñaría sus cuadros y los otros trabajos que ha realizado en El Picazo, pero un pequeño problema de salud se lo ha impedido. Queda pendiente la cita.